Siempre me he preguntado porqué las mujeres, al convertirse en madres, deben comerse la pechuga del pollo. ¿Durante el embarazo sus cuerpos cambian y los chutes hormonales hacen que noten esa parte seca y pastosa del pollo como un manjar?
Creo que no, porqué si no, como dice mi amigo Jordi, no habrían inventado las croquetas.
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