En este fragmento de «Facotum», Chinaski habla sobre el mito del artista hambriento:
«Eso era todo lo que un hombre necesitaba: esperanza. Era la falta de esperanza lo que hundía a un hombre. Recordaba mis días en Nueva Orleans, viviendo de dos barritas de caramelo de 5 centavos al día durante semanas con tal de no trabajar y tener tiempo para escribir. Pero el morirse de hambre, desgraciadamente, no ayuda a mejorar el arte. Sólo era un impedimento. El alma de un hombre estaba radicada en su estómago. Un hombre podía escribir mucho mejor después de haberse zampado un buen solomillo de ternera y bebido medio litro de whisky de lo que jamás podría hacerlo después de haber comido una barrita de caramelo de a níquel. El mito del artista hambriento era una falacia. Una vez que te dabas cuenta de que todo era una falacia, conseguías la sabiduría y empezabas a sangrar y a arder en llamas y a romper tu ser en explosiones.»
Ya lo ha dicho todo. No tengo palabras. Me voy a comer.
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